La Sabiduría del masón se construye desde una sinceridad drástica con sus vivencias.
El Arte Real , como método de autoesclarecimiento, nos invita a los masones vocacionados a reconocer nuestros procesos de percepción natural, los cuales elaboran en nuestro cerebro un resultado simbiótico donde las cualidades y calidades de apreciación de la realidad relativizan la verdad obtenida.
Consecuentemente el Arte Real nos indica, como único camino para buscar la luz, la necesidad de despegarnos de cosmovisiones, roles y principios tallados en piedra. Ya que, sin este trabajo de liberación, sólo asimilaremos las experiencias que ratifiquen la legitimidad y validez de esas cosmovisiones, roles y principios, en los cuales permaneceremos encallados e inmovilizados sin poder ir más allá en nuestro camino hacia la iluminación.
Si los masones vocacionados hemos comprendido en nuestra ceremonia de iniciación y a través de la simbología del espejo, sabremos dónde reside nuestro enemigo; habiendo interiorizado la necesidad de salvarnos de nosotros mismos como seres humanos, tanto individual como colectivamente. He aquí, donde a los masones vocacionados se nos revela la importancia de utilizar nuestra mente como herramienta de construcción, en vez de un mero mecanismo para defender la imagen que tenemos de nosotros mismos. Toda una invitación a la Sabiduría.
El secreto del masón vocacionado reside en generar su propia energía constructiva a través de una vida drásticamente sincera con sus propias vivencias, siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L., armonizando sus experiencias con el Arte Real y su invitación de búsqueda de la Verdad.
En la Fraternidad Universal un masón vocacionado sabe de la ayuda mutua, disponiéndose a comparte su vida constructiva con otros hermanos sedientos de verdad.
La Sabiduría del masón se construye desde una sinceridad drástica con sus vivencias.
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