Los símbolos y los rituales masónicos son la puerta a nuestra auto construcción, y la llave del crecimiento que solo deviene del contacto más intimo y profundo con nuestra propia piedra bruta.
Las metáforas creadas con los símbolos y rituales de los antiguos maestros canteros, tanto desde un plano psicológico como antropológico, conectan la naturaleza de nuestra propia piedra bruta con la luz y la sabiduría, empujando hacia el auto esclarecimiento, mientras actúan como respaldo de nuestra propia iluminación.
Para un masón, su relación personal, su encuentro con las metáforas masónicas, debe ser considerado como un espacio sagrado,donde se le presentán las herramientas con las que construir su propio templo.
Con ello, los masones vocacionados, se reafirman en la importancia del trabajo masónico cultivado con tiempo, paciencia y atención interna; así como de la actitud con las que se enfrentan al proceso.
El trabajo interno del masón empieza en el mismo instante en que decide asumir la responsabilidad de su actitud, es decir, de tomar las riendas de su propia vida, de su propio conocimiento y auto construcción.
El verdadero trabajo masónico está muy lejos de ser una vivencia mecánica de los símbolos y rituales masónicos, lejos de una asistencia periódica y “light” a la logia. El verdadero trabajo masónico se distingue por el esfuerzo y la perseverancia, siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L.
Un masón vocacionado no tiende a mirar hacia otra parte; su anhelo por la búsqueda de la luz le predispone a perseverar en su camino masónico, y a vivir su vocación con profunda alegría.
Los símbolos y los rituales masónicos son la puerta a nuestra auto construcción, y la llave del crecimiento que solo deviene del contacto más intimo y profundo con nuestra propia piedra bruta.
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