viernes, 31 de diciembre de 2010

Español...El Masón debe estar vocacionado a conocerse a sí mismo


El Masón debe estar vocacionado a conocerse a sí mismo. Debe estar atento a sus propios pensamientos, emociones, sentimientos y actitudes; atento a sus acciones y reacciones; atento a sus propios condicionamientos y relatividades. Porque sólo así podrá conocer la naturaleza de su propia piedra bruta.

A menos que el Masón se conozca a sí mismo, a menos que vea sus condicionamientos y relatividades y empiece a liberarse, ¿cómo es posible que “despierte” y desbaste su propia piedra bruta?, ¿cómo es posible que sufra una transformación radical al construirse a sí mismo?

Sólo si comprendemos los mecanismos y el proceso de nuestro propio pensar y sentir podremos ayudarnos en nuestro proceso de autoesclarecimiento.

Conocer la naturaleza de nuestra propia piedra bruta es una cuestión vital para un Masón.

Un “Masón Vocacionado”, es decir, aquel que ha emprendido voluntariamente el proceso de conocerse y despertar, no tiende a evadirse de la realidad.

El “Beneficio” del “Arte Real se construye volviendo a nosotros mismos buscando la verdad y la lucidez: VISITA INTERIORA TERRA RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM LAPIDEM.

Con esta disposición hacia el autoconocimiento, el “Arte Real” se nos manifestará con toda su SABIDURIA, BELLEZA y FUERZA al conectar el lenguaje de los símbolos y rituales masónicos con nuestra propia naturaleza y vivencias, experimentando el proceso integral de la vida.

Sin esta conexión habrá un abismo entre nosotros y el verdadero sentido del “Arte Real”, ya que los símbolos y los ritos de los antiguos maestros canteros no favorecen, por si mismos, la vida espiritual ni el autoesclarecimiento, y mucho menos la construcción de nuestro propio templo.

Sin esta conexión entre los símbolos y rituales con nuestra propia naturaleza y vivencias, llenándolos de contenido, no será posible “esculpirnos” con el impacto y fuerza de los símbolos y metáforas, al dotarlos de verdadero sentido y carga emocional.

Sin esta conexión nuestra pertenencia a la masonería y el sentido verdadero del “Arte Real” serán parcelas distintas y separadas.

Nadie, a menos que tenga un interés vocacionado por conocerse y construirse a sí mismo, debería ser iniciado Masón.

El “Beneficio” del “Arte Real” se construye volviendo a nosotros mismos buscando la verdad y la lucidez: VISITA INTERIORA TERRA RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM LAPIDEM.



miércoles, 29 de diciembre de 2010

Español...Entrada de las Tres Luces / R.E.A.A.


La “dignidad” de la “Entrada de las Tres Luces” no tiene ninguna relación con la “jerarquía” de los hermanos que representan los oficios de Venerable Maestro, Primer y Segundo Vigilante, nada más lejos de esa vinculación tan “profana”, la “dignidad” nace de su relación con la “LUZ” y la “Espiritualidad”

Con la entrada al Templo de Los dos Hermanos Oficiales, Primer y Segundo Vigilantes, junto con el Venerable Maestro, recibimos a “LOS PORTADORES DEL ESPIRITU QUE ILUMINA LA LOGIA” y que queda simbolizada de forma expresa con la “LUZ”.

¡He aquí la razón de “júbilo”!

Los dos Hermanos Oficiales, Primer y Segundo Vigilantes, junto con el Venerable Maestro representan las “tres luces” de la Logia masónica.

No anuncia “majestuosamente” el Hermano Maestro de Ceremonias:

¡“Hermanos, los Hermanos Oficiales, Primer y Segundo Vigilantes y el Venerable Maestro”!

Sino: ¡“Hermanos, Las Tres Luces”!

Por ello, los Hermanos que ostenten estos oficios deberían cuidar, más que el resto de los Hermanos de la Logia, de desprenderse de todos los “metales” antes de traspasar el umbral del Templo. Concentrándose en sacudirse mentalmente hasta que oigan como “cliquean” al chocar, una vez desprendidos de sus “relatividades”, sobre el pavimento de la zona de Pasos Perdidos.

Prepararnos en la zona de pasos perdidos, “ad portas”, “sacudiéndonos los metales” y sustituyéndolos por la empatía, la gratitud, el perdón, la serenidad, y la construcción de nuestro propio templo es más que necesario si con la apertura y cierre de los trabajos en logia queremos sacralizar tanto el espacio psíquico como físico, a través del ritual y los símbolos masónicos.

“Sacudirse los metales”, en la zona de pasos perdidos, es “conditio sine qua non” para sacralizar nuestros trabajos en logia.


Español...No sé leer ni escribir, solo sé deletrear, dame la primera letra y yo... / R.E.A.A.


En la ENTRADA AL TEMPLO es una gran pérdida el desaprovechar la belleza del ritual de la petición de la PALABRA SAGRADA. No se trata solo de pronunciar el nombre de una de las columnas, ni se trata solo de la palabra que se refiere a la naturaleza interior del Aprendiz y por esta razón encierra un secreto que es irrevelable por más que se la pronuncie o escriba.

Es mucho más: el Aprendiz recibe la palabra sagrada deletreada y no puede darla de otro modo puesto que no sabe leer ni escribir en el Libro de la Vida al inicio de su carrera masónica, al inicio de su viaje hacia el Conocimiento, necesitando a otro hermano para deletrearla, y ese acto, ese gesto de intercambio se transforma en representación y antesala del trabajo en Logia como símbolo de la necesidad de otras “relatividades” para completar la de uno mismo. Abriéndose la posibilidad de un nuevo punto de coordenadas donde fluya la INTUICIÓN y a través de ella nos acerquemos un poco más hacia la VERDAD.

No hay duda sobre la importancia de vivir la Petición de la Palabra Sagrada con toda la Belleza y Fuerza contenidas en su simbolismo.

El Hermano Experto irá retejando a cada Hermano Aprendiz en su grado.

La palabra sagrada:

No sé leer ni escribir, sólo sé deletrear; dame la primera letra y yo te daré la segunda.
EL QUE PIDE: B
EL QUE CONTESTA: X
EL QUE PIDE: X
EL QUE CONTESTA: X

AMBOS: B…

¿No te parece Querido Hermano que pasar del mundo profano a un espacio sagrado requiere su tiempo?



martes, 28 de diciembre de 2010

Español...El Masón trabaja por un ideal simbolizado por el G.A.D.U. / R.E.A.A


No trabaja el Hermano Masón para su propia gloria, ni la de su Logia, ni de la Masonería, sino por un ideal simbolizado por el G.A.D.U.

Esta lección de humildad la recibimos en el momento mismo de la apertura de los trabajos, para tenerla fresca en la memoria durante todo el transcurso de la Tenida”, cuando el Venerable Maestro con toda solemnidad proclama : “a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo,…declaro abierta esta Respetable Logia…”.

¡Trabajamos a la gloria del Gran Arquitecto del Universo!

En la Clausura de los Trabajos, antes de romper la cadena de unión nombramos de nuevo un ideal simbolizado por el G.A.D.U. y así escuchamos proclamar a nuestro Venerable Maestro: “Antes de separarnos, elevémonos juntos hacia nuestro ideal. Que él inspire nuestra conducta en el mundo profano, que guíe nuestra vida, y sirva de faro luminoso para alumbrar nuestro camino”.

“Hermanos elevemos nuestros corazones fraternalmente y que nuestras miradas se vuelvan hacia la Luz”.



Español...La Luz Eterna / R.E.A.A.


El REAA, antes de la entrada de los hermanos al Templo, indica que mientras los hermanos esperamos en la zona de pasos perdidos, el V .•. M .•. entrará en el Templo y encenderá la vela que representa la LUZ ETERNA, situada al pie del altar.

“Es la luz que permanece encendida desde la consagración del templo, y de ella se recoge la llama para la consagración de un nuevo templo. Simboliza el espacio y tiempo sacralizado del recinto”.

Es la luz desde la cual iniciamos el Ritual del encendido de luces, en la apertura de los trabajos en logia.

“La Logia trabaja en un lugar sagrado, y en un tiempo sagrado”.

Los hermanos al intuir desde la zona de pasos perdidos la presencia de la LUZ ETERNA recordaremos su simbología y la calidad del lugar y el tiempo hacía el que nos dirigimos.

Llenar de contenido el símbolo representado por la LUZ ETERNA nos ayudará a los hermanos a desprendernos de los "METALES" antes de proceder a la entrada en el Templo.

Desprenderse de los METALES, en la zona de pasos perdidos, es “conditio sine qua non” para sacralizar nuestros trabajos en logia.


English...Why Freemasonry differs from other kinds of associations?

domingo, 26 de diciembre de 2010

Español...¿Deberíamos dotar a nuestras logias con un detector de metales?


En masonería la noción de sagrado nos permite a los hermanos masones trabajar espiritual y moralmente en una separación con lo profano.

Como espacio sagrado, el templo masónico, es un recinto donde somos nutridos en un nivel profundo de nuestra conciencia. Un espacio sagrado que nos dispone para buscar la Sabiduría, la Belleza, y la Fuerza dentro de nuestros condicionamientos y relatividades, al mismo tiempo que nos otorga la seguridad suficiente para abrirnos y recibir la energía de la vida a través de la fuerza creativa pura, al debastar nuestra propia piedra bruta.

Este espacio sagrado no existe “per se”, ni “ex nihilo”. Siendo mucho más que un lugar físico se crea de nuevo en cada tenida, limitado por la apertura y el cierre de los trabajos en logia.

De ahí la importancia de “sacudirse los metales” en la zona de pasos perdidos, “ad portas”, antes de entrar en el Templo. Sin este “ejercicio” no nos será posible sacralizar ni el espacio físico, ni nuestros trabajos; y tanto nos dará “reunirnos” en el interior del templo como en la zona de pasos perdidos, sin hallar mayor diferencia que la decoración y la distribución de los hermanos en el recinto.

“Sacudirse los metales”, en la zona de pasos perdidos, es “conditio sine qua non” para sacralizar nuestros trabajos en logia, ya que los metales pueden llegar a tener tal fuerza que logren distorsionar y desplazar el sentir de lo masónico.

Como medio de seguridad para garantizar que lograremos abandonar el mundo profano y crear un verdadero espacio simbólico y sagrado en las tenidas ¿deberíamos dotar a la Logia con un detector de metales, con pitido y vibrador?

No, no será necesario tal dispendio. Existen a nuestro alcance otras herramientas y técnicas que podemos utilizar en esta empresa de “sacudirnos los metales”.

Casi todos los métales se oxidan y fragmentan con la exposición al aire. La técnica es simple, consiste en una introspección verdadera y a conciencia de nuestros pensamientos, actitudes y emociones. De esa manera es posible atacar los metales ahí cuando aparecen para empujar, con su presencia, hacia lugares diferentes que no queremos transitar. Una introspección verdadera que debe estar en comunión con los valores de la masonería.

El problema está en que algunos hermanos se lo ponen difícil a la “Verdad”, quizá porque desconocen que la llevan incorporada.

Prepararnos en la zona de pasos perdidos, “ad portas”, “sacudiéndonos los metales” y sustituyéndolos por la empatía, la gratitud, el perdón, la serenidad, y la construcción de nuestro propio templo es más que necesario si con la apertura y cierre de los trabajos en logia queremos sacralizar tanto el espacio psíquico como físico, a través del ritual y los símbolos masónicos.

“Sacudirse los metales”, en la zona de pasos perdidos, es “conditio sine qua non” para sacralizar nuestros trabajos en logia.

martes, 21 de diciembre de 2010

Español...El LAICISMO significa un despertar de la condición humana, un nuevo nivel de conciencia colectiva


El concepto de “Estado Laico”, versus “Estado confesional”, surgido históricamente a finales del XIX, y vinculado al “Siglo de las Luces” y a la Revolución Industrial, considera su fundamento en la “libertad de conciencia” y la no imposición de normas y valores morales contenidos en religión alguna.

Un “Estado Laico” no es sinónimo de hostilidad o indiferencia contra ninguna religión o Iglesia, sino todo lo contrario, basándose en los derechos constitucionales que garantizan la “libertad de conciencia” y “la libertad religiosa” como pilares del respeto a la “pluralidad” dentro de las sociedades “liberales”; basándose en estos principios, protege la diversidad religiosa y la cooperación con todas las confesiones dentro de la “neutralidad del Estado”.

Fernando Savater, profesor de ética y filósofo, resume este principio cuando dice que “en la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que se pueda imponer a nadie. De modo que es necesaria una disposición secularizada y tolerante de la religión, incompatible con la visión integrista que tiende a convertir los dogmas propios en obligaciones sociales para otros o para todos”.

Fernando Savater va mas allá, al añadir que: “Lo mismo resulta válido para las demás formas de cultura comunitaria, aunque no sean estrictamente religiosas”.

Es de resaltar que durante el siglo XIX, especialmente en Francia, al proporcionar al sustantivo “laicismo” un contenido de “acción” y “proceso”, es decir, la puesta en práctica del laicismo, a través de la palabra “Laicización”, se entendió todo aquello que había que hacer para desvincular la educación del control de las órdenes religiosas, buscando una escuela pública, gestionada exclusivamente por el Estado, garantizando la igualdad para todos.

Este significado de “Laicización” ha ido configurándose, con toda su dimensión actual, durante los siglos XX y XXI al entenderse como resultado de la “evolución de las sociedades” a la luz de los “Derechos Humanos” y el respeto de la pluralidad.

La palabra laicismo procede del griego “laikus” (pueblo) en oposición a “Klerikus” (Clérigo).

El “laicismo” como fenómeno histórico, social, económico, político y cultural significa un “despertar” de la condición humana, un nuevo nivel de “conciencia colectiva”.

Para comprender ese “despertar” de la condición humana, podemos recurrir a los sustratos de nuestras culturas denominadas “occidentales”: a la antigüedad grecorromana, donde los filósofos intentaron explicar el origen de las creencias.

El poeta romano Lucrecio en “De natura rerum” (sobre la naturaleza de las cosas) decía que los hombres inventaron a los dioses para explicar las maravillas y los misterios de la naturaleza, para explicar lo que no entendían ni controlaban.

El sofista helénico Critias pensaba que la religión, y el temor a los dioses, se había inventado para imponer a cada uno el respeto a la sociedad: disciplina, moral, así como el sentido del bien y del mal.

La mayoría de antropólogos, psicólogos y sociólogos ven resumidos, en estos dos postulados, la justificación histórica y evolutiva de las las sociedades teocráticas y confesionales

Es en la evolución de la condición humana y de las sociedades donde los Derechos Humanos y el respeto a la pluralidad construyen esa “nueva conciencia social”, es en ese nivel donde la “laicidad” adquiere todo su sentido.

El “laicismo” como fenómeno histórico, social, económico, político y cultural significa un “despertar” de la condición humana, un nuevo nivel de “conciencia colectiva”.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Español...La auténtica masonería tiene sus cimientos en los masones vocacionados


En una logia donde los hermanos nos limitamos a vivir de un modo descriptivo y superficial los símbolos y rituales masónicos, en vez de comprenderlos y conectarlos con nuestras propias existencias; en esta clase de logia, lo que hacemos es alentar la mera acumulación de datos, desarrollando el hábito de pensar mecánicamente. Pero, la verdad es que nada de eso ayuda al masón a convertirse en un “homo initium”, ni a construirse como un ser integrado.

Una logia como esta no favorece la “libertad” del masón ni la comprensión del “Arte Real”. Los símbolos y rituales divorciados de la vida no tienen gran significación, ni poder de modificar nuestras conciencias.

En este tipo de logia no sabremos preparar el terreno, ni podremos abonar la buena tierra para un verdadero “renacimiento” de la masonería en este siglo XXI. Peor aún, cabe con toda probabilidad que la existencia de la logia transcurra generando malentendidos, conflictos y altercados entre hermanos.

Si los hermanos no estamos viviendo nuestro propio interés “vocacionado” por la masonería, forzosamente generaremos envidia y antagonismo entre nosotros, y malgastaremos nuestras energías en altercados por detalles insignificantes y en discusiones inútiles; mientras que si nos mueve una ardiente motivación por hacer realidad nuestra propia construcción, siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L, todas las irritaciones y desavenencias superficiales rápidamente quedarán atrás.

La masonería vocacionada nos hace flexibles en las relaciones de fraternidad; y, al mismo tiempo que nos impulsa a ser individualmente libres, nos ajusta a los reglamentos haciendo todo lo necesario para el beneficio de toda la logia.

Si tenemos un interés vocacionado, entonces habrá un ajuste constante y reflexivo por parte de todos los hermanos a las exigencias que ineludiblemente conlleva la gestión de una logia. En toda relación hay fricciones y malentendidos inevitables, pero estos se magnifican cuando el afecto vinculador del interés común está ausente.

En una logia, donde los hermanos han vocacionado su interés por la masonería, los antagonismos y las fricciones se ven como lo que son: inútiles y destructivos, y todas las conversaciones y discusiones ayudan a averiguar qué es lo razonable y no quién tiene razón.

La verdad es mucho más importante que los hermanos que componemos la logia. Una logia que no busca la verdad está abocada a la decadencia.
La “Sabiduría” y el “Espíritu de la fraternidad” deben permear la logia entera a todas horas. Esto no es algo que podamos dejar a la casualidad; y el mencionar, sea constantemente o ocasionalmente, las palabras “hermano” y ”fraternidad” tiene muy poca significación sin un interés vocacionado por la masonería.

Cuando hay un interés común en la vivencia, el sentido y la vigencia de la masonería, hay también franqueza y fraternidad entre los hermanos, y jamás puede surgir el antagonismo entre nosotros; pero si falta ese interés común, aunque superficialmente cooperemos a fin de obtener el beneficio de todos, cabrán siempre el conflicto y la enemistad.

Para crear una logia masónica vocacionada, cada uno de nosotros tiene que ser su propio maestro: tenemos que reeducarnos a nosotros mismos como eternos aprendices.

El verdadero masón es rico interiormente y, por tanto, no pide nada para él; no es ambicioso, ni busca el poder en forma alguna; no utiliza su “grado” o “condición” como medio de conseguir posición o autoridad, y está, así pues, libre de toda coacción por parte de otros hermanos y de todo control profano.

Tales hermanos tienen lugar preferentemente en una masonería vacacionada, ya que la auténtica masonería tiene sus cimientos, no en los grados, ni en los oficios ni en sus órganos, sino en los masones vocacionados.

Si el núcleo de los hermanos de una verdadera logia se compone de hermanos vocacionados, entregados a su propia contrucción, atraerá a otros hermanos que tengan el mismo propósito e interés en la masonería, y aquellos hermanos que no estén vocacionados se sentiran fuera de lugar. Si el centro está alerta y no vive mecánicamente las metáforas creadas por los símbolos y rituales, cabe la posibilidad de que la periferia se anime a vocacionar su interés por la masonería, o se desanime y acabe por desaparecer.

Una triple exclamación:

¡La auténtica masonería tiene sus cimientos, no en los grados, ni en los oficios ni en sus órganos, sino en los masones vocacionados!

¡La auténtica masonería tiene sus cimientos, no en los grados, ni en los oficios ni en sus órganos, sino en los masones vocacionados!

¡La auténtica masonería tiene sus cimientos, no en los grados, ni en los oficios ni en sus órganos, sino en los masones vocacionados!