Este mes de mayo celebro el tercer aniversario de mi iniciación, y con ello cierro una representación simbólica con un triángulo de tres .·. puntos.
Un recorrido donde he tenido la oportunidad de compartir mis reflexiones con muchos hermanos. Un trayecto de construcción a través del cual he vivido el valor de la Fraternidad a nivel Universal, en el sentido más real de la palabra.
Un camino de autoesclarecimiento, que mi iniciación centró en el Arte Real y en la fraternidad con mis hermanos.
Os diré que hasta mi iniciación, la relación que mantuve con la Masonería fue únicamente, y durante muchos años, de afecto entrañable.
A pesar de haber sido discretamente educado en los valores éticos y morales masónicos, mi interés por la Orden no fue más allá de ese vínculo afectivo.
Por causas familiares, y especialmente por el modo de ganarme la vida, he tenido la oportunidad de convivir con diversas y distintas culturas. Ninguna de ellas me ha sido ajena, todas ellas han constituido el espejo donde he podido reconocer mi naturaleza humana y mi condicionamiento.
Creo que la palabra “condicionamiento” es una gran palabra. Proclama el parentesco de toda la humanidad, tanto en su amor por la verdad como en sus flaquezas y locuras.
Cuando alguien desde su inteligencia emocional descubre su condicionamiento, le cabe la posibilidad de que su mente reaccione y responda a este nuevo estado de conciencia, despertando su necesidad de conocimiento de sí mismo y de introspección.
Una necesidad de conocimiento de sí mismo que le empuja a desarrollarse y liberarse, buscando la verdad a través de su trabajo y con la única herramienta efectiva: “El acto creativo”. Abriendo caminos a recorrer en la dirección y sentido que ha encontrado. Sólo necesita para recorrerlos la “Intención” y la “Voluntad” de hacerlo.
Como os decía, mi relación con la Masonería fue únicamente de afecto entrañable. Hasta que hace algunos años descubrí la posibilidad de recorrer esos caminos siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L., a través de las metáforas construidas con los símbolos y rituales del “Arte Real”.
Sin embargo, durante bastante tiempo, a causa de los viajes y ausencias que requiere mi profesión, creí incompatible mi modo de ganarme la vida con el deber de un masón de asistir a las Tenidas de su Logia.
Así anduve, abriendo y recorriendo caminos, hasta que al disminuir la frecuencia de mis viajes y la duración de las ausencias, y al tener conocimiento de una Logia de mi ciudad, que sus días de trabajo eran convenientes a mi nueva situación, reconsideré mi deseo de ser “iniciado”.
A pesar de ello, dejé pasar un tiempo de trabajo y reflexión, para valorar la sinceridad de mi decisión. Sobre todo quise discernir, desde la honestidad radical, si lo que buscaba en la Masonería estaba impulsado por mi necesidad de abrir y recorrer esos caminos, o por una huida o mecanismo compensatorio a mi existencia y circunstancias. Quería asegurarme de que no estaba intentando evadirme de mi realidad; sino todo lo contrario, que mi intención de ser “iniciado” obedecía a una necesidad de volver a mí mismo, buscando la verdad y la lucidez: VISITA INTERIORA TERRA RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM.
Después de un año de trabajos y reflexiones asistí a mi primera Tenida Blanca. Dos años transcurrirían desde que reconsideré mi deseo de ser “iniciado” hasta que llamé profanamente a las puertas de la R.·. L.·. en la que fui iniciado.
Vosotros, QQ.·.HH.·. , que habéis pasado por la misma experiencia del rito de iniciación, seréis conscientes del significado personal e intransferible que supone esta especie de regeneración psíquica. De su carácter íntimo y secreto, de su vivencia mística e individual.
En consecuencia, lo que yo pudiera deciros sobre mi “iniciación”, es mío y nunca podrá ser de nadie, a pesar de los vínculos establecidos con ideales y valores compartidos por todos los QQ.·.HH.·..
Aún así, os diré que ese día acudí al Templo sin ideas preconcebidas, sin pretender aparecer de una manera u otra. Me bastaba sólo con la aspiración de construirme a mí mismo, para que en un estado de relajación y disposición total me abandonara, confiado, a lo que bien quisieran regalarme mis sentidos y emociones, durante mi ceremonia de iniciación.
Allí se congregó toda la belleza de imágenes, recuerdos y experiencias vividas, que inopinadamente y sin ser invocadas, de un modo escurridizo pero al mismo tiempo buscando mi encuentro, se manifestaban en cada paso del ritual. Ellas acudieron para prepararme, susurrando los versos del poeta, cuando dice: “de tantas vidas que tuve, de todas estoy ausente,…y soy,…a la vez soy,…aquel hombre que fui". Ellas acudieron a mi encuentro como parte de lo que estaba viviendo: la metáfora de una “muerte” y un “renacimiento”.
“Y a ciegas, ni desnudo ni vestido, por caminos y por sombras, llegué a la puerta iluminada, flanqueada por símbolos fraternales, y al traspasarla encontré un extenso paisaje de infinita bondad serena”.
QQ.·.HH.·., el terreno estaba abonado, la buena tierra labrada para hospedar la semilla. Era inminente un nacimiento y lo que nacía era un masón.
Un masón bañado en los valores éticos y estéticos de la Masonería.
Un masón dispuesto a compartir, con otros hermanos, su necesidad personal de buscar, dar y recibir la luz.
En verdad, QQ.·. HH.·., ¡qué bella es la mística que se desprende de los rituales donde los hombres se sienten hermanados!
Esto sucedió a los 17 días del mes de mayo del año 2008 (e.v.), en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Desafortunadamente, mi R.·. L.·. junto a otra R.·. L.·. hermana, ambas en el mismo Oriente y trabajando en el R.E.A.A., atravesaban por unos malos momentos. Consciente de que la vivencia de aquellas difíciles y tensas circunstancias no iba a favorecer mi camino masónico, y ante mi incapacidad de poder colaborar en la mejora de la situación, solicité, al finalizar mi segundo curso masónico, y del modo más amable y prudente, la Plancha de Quite.
Algunos de mis QQ.·. HH.·. me preguntaron por mi decepción, mi desilusión y mi desengaño con la Masonería. Pero, no tuve respuestas. Nada de ello existía en mi ánimo. La conducta y las acciones de mis QQ.·. HH.·. sólo hablaban de ellos mismos, no de la Masonería.
En mí no cabía tal desconsuelo, y mucho menos un “abandono”, porque ya sabía dónde reside la diferencia entre la Masonería y otros tipos de organizaciones. Ya sabía del impacto e intensidad emocional de los símbolos y las metáforas masónicas, capaces de desbastar nuestra propia piedra bruta. Ya intuía dónde se genera el verdadero poder de la Masonería. Ya había comprendido el sentido y la vigencia de la Masonería en este siglo XXI. Ya percibía el “beneficio” del “Arte Real”. Y lo que es más importante, ya había “vocacionado” mi interés por la Masonería, al haber iniciado voluntariamente mi proceso de despertar, siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L.
Mi “Magníficat” me decía que la gracia capital de la vocación masónica es, que aquel que la posee, “el vocacionado”, vive el ejercicio de esa vocación como su mejor recompensa. Una recompensa mayor y más amada que todos los “pluses”, “primas”, “prebendas” y “sobresueldos” que pudiera alcanzar como consecuencia de pertenecer a una u otra logia, a una u otra obediencia.
Y a día de hoy continúo, en grado de aprendiz, abriendo y recorriendo caminos; viviendo, en Fraternidad, el Ritual y los Trabajos Masónicos.
Que la SABIDURIA visite vuestros espíritus y ensalce vuestros corazones.
P.S. Para celebrareste aniversario de mi .·. , he escogido, con toda su metáfora, el poema Itaca de Kavafis.
Incluyo un video de la composición e interpretación de este poema por Lluís Llach, con textos en castellano y catalán.
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