Para el masón formado en patrones y vivencias mecánicas, los conocimientos adquiridos sobre simbología y rituales sólo tienen una finalidad: acumular lo aprendido durante la formación, sin considerar la necesidad de construir y crear algo nuevo con lo recibido.
Para esta clase de masón, al adquirir sólo conocimientos que pueden conservar de forma académica, la formación y vivencia de los símbolos y rituales no logran formar parte de un proceso vital: el suyo propio.
Por ello, esta clase de masón está incapacitado para vivir el camino iniciático, al no poder experimentar la metáfora de una “muerte” y una “resurrección” durante y después de cada proceso.
En realidad los masones formados en patrones y vivencias mecánicas se inquietan e intranquilizan ante las experiencias iniciáticas y las vivencias masónicas vocacionadas, porque lo desconocido los hace dudar del bagaje con el que han creído haber recorrido un camino masónico; y estas dudas, a modo de choque, sacuden los ficticios cimientos con los que han pretendido construir su propio templo.
Para esta clase de masón no tiene sentido seguir el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L. como un camino que le puede llevar hacia el único sitio donde debe ir: a su propio encuentro.
El bagaje de un masón formado en patrones y vivencias mecánicas no contiene la Fuerza, ni la Sabiduría, ni la Belleza adecuada para enriquecerlo y transformarlo; incapacitándolo para vivir el camino iniciático.