No podemos decir exactamente cómo, pero sabemos que los trabajos en logia son un alimento para el espíritu del masón. Liberan al masón de sus ataduras físicas y le centran en su espíritu. Llegando a recuperar, el espíritu del masón, la libertad que pierde en el ajetreo diario. Así, el masón se fortalece. La condición para ese fortalecimiento es el absoluto desprendimiento de los metales.
En esa posición, al desprenderse de los metales, la mente del masón puede pensar serenamente y apreciar la condición humana mejor, con mayor claridad y con la cordialidad de la comprensión.
Los trabajos en logia nos deparan momentos de una conexión absoluta, momentos en que el espíritu del masón está libre de pensamientos y sentimientos profanos. En estos momentos los latidos son más lentos, la tensión desparece y la mente se refresca.
Hay, entre el dulce desprendimiento de los metales y el auto esclarecimiento del masón, una relación más estrecha de la que estamos dispuestos a admitir.
La verdadera sabiduría es siempre serena y nos hace ver las cosas desde una perspectiva mejor. Porque la posición del masón es la de un constructor, la de una persona que ha tomado las riendas de su vida.
El trabajo de pulir su propia piedra, buscando siempre la armonía en cada etapa de su trabajo, le enseña al masón a vivir con modestia y a pensar con grandeza. Ello significa el proceso por el cual un masón puede, deliberadamente y siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L., tratar sus egocentricidades, profundamente arraigadas, mientras su carácter se desarrolla y madura.
La autoconstrucción en masonería es más significativa que en parte alguna y su logro es una tarea que encierra los más serios trabajos. Es un disparate creer que se llega al auto esclarecimiento mediante procesos simples. El Arte Real no actúa sin trabajo alguno por parte del masón. La esencia está en realizar el trabajo masónico sin esperar alabanzas, ni agradecimientos, ni otra recompensa, a no ser la satisfacción interna de vivir el ejercicio de su vocación masónica como su mejor recompensa.
La auto construcción del masón dependerá siempre de identificar su propios metales y enfrentarse a ellos sin disfrazarlos, siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.I.R.I.O.L. a través del Arte Real, pero contentándose con andar su camino masónico paso a paso, buscando sentirse más confiado en cada etapa de su camino, siempre con disposición a modificar sus relatividades a la luz de nuevas conciencias ampliadas y de una nueva comprensión. El masón siempre está dispuesto a reexaminar y poner a prueba su modo de pensar.
Sólo en tanto el masón haya logrado combinar su inteligencia emocional con los valores masónicos y de de la vida, expresados en la acción, podrá llegar a sentir el beneficio del Arte real.
En un masón no puede existir el deseo de comodidad en su proceso de pulir su piedra bruta. El auto esclarecimiento implica frustraciones y desajustes temporales. Sin el trabajo intenso y prolongado no cabe un progreso hacia el auto esclarecimiento, hacia la propia construcción.
No podemos decir exactamente cómo, pero sabemos que los trabajos en logia son un alimento para el espíritu del masón.