lunes, 10 de diciembre de 2012

LA MASONERIA VOCACIONADA HACE BUENA CARA Y BUEN CUERPO



Querido Hermano Voltaire: 

El masón vocacionado hacia su propio esclarecimiento y construcción personal, trabajando con los valores masónicos y el lenguaje simbólico, realiza un camino a través de nuevas conciencias, las cuales son el resultado de la neuroplasticidad de su cerebro, con la modificación de sus parámetros sinápticos efectuada por la Fuerza de su trabajo masónico. 

Elkhonon Goldberg, Neurólogo de la Universidad de Nueva York, Director del Instituto de Neuropsicología y Funcionamiento, hablando sobre la neuroplasticidad, resalta que la actividad mental modifica el cerebro y nos conduce a lo que conocemos como “Sabiduría”. 

“Que la SABIDURIA presida la construcción de nuestro edificio”
“Que la FUERZA lo sostenga” 
“Que la BELLEZA lo adorne” 

El trabajo del masón vocacionado hacia el conocimiento de la composición de su propia piedra bruta, y con ello, la de la condición humana, es un camino hacia la Verdad, recorrido desde la sinceridad drástica. Donde la Tolerancia, la Empatía, la Dignidad y la Fraternidad conforman la ética con la que el Masón Vocacionado alimenta su proactividad. 

La vivencia vocacionada de la masonería no solo nos beneficia en Sabiduría, al haber decidido voluntariamente vivir la utopía de la iluminación, sino que le hacen buena cara y buen cuerpo al masón. 

De todos es reconocido que las emociones se plasman en el cuerpo. Pero, aún más, en 1974 el psicólogo Robert Ader, de la Universidad de Rochester, descubrió que el sistema inmunológico, al igual que el cerebro puede aprender. Su investigación causó gran impacto, al haberse pensado hasta ese momento que solo el cerebro y el sistema nervioso central podían responder a la experiencia cambiando su manera de comportarse. Lo más importante fue descubrir que el sistema nervioso central y el sistema inmunológico se comunican. Lo que significa que la mente, las emociones y el cuerpo no están separados sino íntimamente interrelacionados. 

El Masón Vocacionado hacia su propio esclarecimiento y construcción personal se alimenta con Sabiduría de emociones que le nutren positivamente. No rehuye la Verdad, todo lo contrario, buscando el alimento de la Sabiduría supera los miedos y equilibra las emociones que lo desestabilizan, simbolizado con la imagen de desprenderse de los metales, los cuales ejercen un impacto negativo en su sistema inmune y por lo tanto sobre su salud. 

Pero, sobre todo, el Masón Vocacionado se alimenta con el beneficio del valor más básico de la Masonería: la TOLERANCIA, y con ella la PACIENCIA, virtudes masónicas y de la salud. Superando, el Masón Vocacionado, con la búsqueda consciente de estas virtudes, el malestar de la intolerancia, la frustración, la impaciencia, la rabia, la ira, los rencores, la hostilidad y la agresión, en cualquiera de sus posibles manifestaciones. 

El Masón Vocacionado expresa sus sentimientos con inteligencia emocional, aclamando a la Sabiduría, fomentando la calidad en las relaciones personales, compartiendo sentimientos y manteniendo un contacto estrecho y de calidad. Este vínculo emocional es un factor científicamente demostrado como protector de la salud. 

El Masón Vocacionado, por haber tomado voluntariamente las riendas de su existencia y de su proceso de construcción personal a través de los valores, símbolos y rituales masónicos recibe vital y anímicamente el beneficio del Arte Real generado en cada una de sus células, exteriorizándose en sus gestos sabios y amables, en su dignidad personal y en su porte seguro y confiado,…con la Belleza del atractivo de su presencia y personalidad, transmitiendo la Luz recibida. 

Querido Hermano Voltaire, la vivencia vocacionada de la masonería hacen buena cara y buen cuerpo, como resultado del beneficio del proceso del Arte Real, al dotar al iniciado de un “buen corazón”.